septiembre 16, 2016

DE DEUDAS, INTERNAS Y EXPRESIONES DE DESEO

 
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La vuelta del deme dos se ha multiplicado por dos sobre la época cuando quien era el Ministro de Economía era Martínez de Hoz, no es la única similitud la de nuestra coyuntura con aquella etapa donde el dólar súper atrasado generaba recesión y liquidaciones en los comercios con mucha antelación estacional y era negocio hasta comprarse un par de zapatos en Italia a un tercio del valor de la mejor zapatería de doble apellido del microcentro.
 
En el plan económico anunciado el 2 de abril de 1976, sus primera medidas fueron congelar los sueldos de los trabajadores, que quedaron bajo el control de la Nación. El salario real ha llegado a niveles excesivamente alto con en relación con la productividad de la economía afirmó el ministro en 1976. Esa política provocó que el ingreso de los trabajadores cayera un 40 % entre 1976 y 1980.
Se sacaron los controles de precios y se redujeron las retenciones a las exportaciones y se inauguró el pedido de créditos a organismos internacionales: la Argentina recibió del FMI 400 millones de dólares. El slogan para los primeros meses de la dictadura fue: “achicar el Estado es agrandar la Nación”.
En 1975, la inflación había subido más del 300 por ciento al año, el PBI descendió un 1,4 por ciento y el PBI per cápita cayó un 3 por ciento. Mientras, los precios al consumidor habían subido entre marzo del ‘75 y enero del ‘76 un 566,3 por ciento. La respuesta que Martínez de Hoz encuentra para parar la inflación fue la famosa “tablita“. Un sistema de devaluaciones preanunciadas para se supiera cómo y cuándo se iba a devaluar. La tablita dio comienzo á la era de “la plata dulce” y “al deme dos”.
 
El Plan Económico anunciado en abril del 76 tenía como prioridad favorecer el crecimiento industrial y agropecuario sin las trabas que representaban los reclamos sindicales. Debía contener la inflación, estimular la venida de capitales extranjeros, atacar el déficit fiscal y terminar con un aparato burocrático estatal sobredimensionado. Para este fin se colocó a todos los empleados públicos en disponibilidad y se expulsó sin más a los de antecedentes sospechosos.
 
Lógicamente, muchas de las medidas se pudieron llevar a cabo a manera de shock y con los militares en la calle impartiendo el miedo.
 
La etapa de la circulación de dinero que producía más dinero fue denominada “la época de la plata dulce” y, junto con endeudamiento externo, trajo grandes beneficios a los grandes grupos económicos. Estos contraían una deuda en el exterior a una tasa baja y luego invertían en Argentina, donde había una muy alta: con la ganancia obtenida localmente abonaban la deuda externa y obtenían una gran diferencia a su favor.
 
Los grandes grupos obtenían créditos pero no los invertían en la producción sino en la especulación. A su vez, la clase media se dedicó a invertir sus “pequeños” ahorros en las financieras, y a aprovechar el dólar barato para viajar al exterior y adquirir allí variedad de productos. Esa creciente influencia del capital financiero significó la instalación de numerosos bancos en el país, así como un importante proceso de concentración de, estos. Sin embargo, el sector bancario en desarrollo sufrió crisis que repercutieron directamente en el proyecto económico diseñado por la dictadura.

 
El año 1980 fue el comienzo de un final anunciado: las exportaciones cayeron un 20% respecto del año anterior, las importaciones subieron un 30%, acompañadas por una nueva crisis mundial que, para un proyecto basado en el mercado externo, era determinante. En ese contexto se produjo el “crack bancario” de 1980, que puso fin a la etapa de la denominada “plata dulce”. La quiebra del Banco de Intercambio Regional (BIR) fue el primer indicador. Siguió el cierre de otras 37 entidades financieras, que a su vez repercutió en sectores industriales.
 
Una de las medidas iniciales adoptadas por el gobierno militar en 1976 fue la apertura de la economía, es decir, la apertura del mercado interno a la competencia exterior.
 
En primer lugar, se redujeron los, aranceles de  importación; esta medida sé ejecutó en un marco de atraso cambiarlo, cuyo efecto fue el abaratamiento de las mercaderías extranjeras, el cual generó el ingreso a la Argentina de una avalancha de productos importados.
 
En segundo lugar, el gobierno militar implemento una reforma financiera que liberalizó el sistema bancario (autorizando el funcionamiento de nuevos bancos e instituciones financieras) y el flujo de capitales. Esta medida se dio en un contexto mundial de gran abundancia de capitales líquidos en manos de los principales bancos estadounidenses y europeos. Una parte sustancial de esos capitales comenzó a ser prestada a los países periféricos, entre los que tuvieron un papel de gran importancia los dé-América latina, y, en particular, la Argentina. Comenzaba, de este modo, una etapa de alto endeudamiento externo para la Argentina.
 
Ergo entre Marzo de 1976 y Marzo de 1981 el dólar fue de $ 32.50 a $ 350.-
 
Entonces si volvemos a la versión contemporánea de un plan plagado de similitudes y, contemplando que la gobernabilidad actual no tiene el respaldo de una Fuerza Armada y que además la desintegración del tejido social no permite realizar las medidas todas juntas y manera de shock sino a través de un temeroso gradualismo, podemos inferir que si se hacen las mismas cosas, esperar resultados diferentes es de iluso, o tal vez, si se juega con que han pasado cuatro décadas, la falta de memoria y la juventud de la clase media actual ayuden a consumar una nueva gestación de la crisis por venir, cuándo no sabemos, seríamos adivinos, pero tarde o temprano las cosas valen lo que tienen que valer.
 
En términos de mercado a Ud. lector le quedan dos caminos, escuchar los cantos de sirena y a los sospechosos de siempre o esperar y ver, estos valores son ridículos, pueden serlo aún mas ? quizá. Pero cuanto se puede ganar vs cuanto se puede perder arroja un costo beneficio negativo y entonces esperar un poco mas, ver el resultado de la primera fecha del blanqueo, mirar a la FED y sus tasa de interés parece sano.   
 
 

 
 

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